viernes, 27 de enero de 2012

El recuerdo



Sólo hay algo peor que morir y es saber que vas a morir. Él lo sabe, pero no dice nada al respecto. Parece que lo guardase como un secreto. Todos lo sabemos. A mí me dan taquicardias otra vez, solo de pensar que una persona pueda caber en un lugar tan pequeño y tan hondo. En un traje de madera. En una caja de cerillas usadas, cuya llama nunca más volverá a prender. Seguramente esté exagerando, pero ahora mismo siento como si se me rompiese el corazón en mil pedazos.


Del recuerdo no digo nada, que es como la ropa mal planchada y no hay cómo ponérsela.


Yo por mi parte me he venido abajo con tu muerte anunciada, que no por tu culpa, pero te debo, al menos, volver a hacer pie. Hacer pie, levantarse sin ser visto, una patadita en el fondo para sacar la cebeza fuera del agua y respirar, sin perturbar a quienes descansan en la orilla. Qué tontería, la muerte siempre está anunciada. También la mía aunque me sienta viva. Mi existencia se reducirá a una incógnita.




O este invierno se empeña en ser especialmente triste, o últimamente se van muchas personas. Las personas se exilian de la vida, que es una dictadura, que se nos impone sin haber elegido estar vivos. Muchos de nosotros ni siquiera recordarmos haber nacido.
Si bien no puedo burlar tu muerte, evitaré perder también a las personas que quiero, que hasta donde yo sé, ahora estarán dormidas pero mañana volverán a parpadear.
Tengo la teoría de que todo se arregla con un brindis, flores, y un poco de sol. Tengo esa teoría y no dudaré en usarla.


Bien, dicho esto, y como hay tantos tipos de brindis como número de bebidas alcoholicas y como tipos de copa, yo propongo un brindis por los viejos tiempos que han querido que hoy sienta nostalgia por ellos. Con la elegancia debida aceptaré de buen grado (casi) todo lo que venga.
Y enlazando con esta última palabra, venga, brindemos (un acto gratuito, aunque no lo sea).
Hagamos pie en París, y hagamos escala en todos los lugares.



    

No hay comentarios:

Publicar un comentario

rebellions