domingo, 9 de junio de 2013

LA INEXISTENCIA

Quizás somos [a veces]
quienes en realidad no somos.
Y el día que seamos quienes somos,
habrá acabado el turno de preguntas.
Se ultimarán los últimos responsos,
sin un derecho a prórroga, se irán los días,
no sin sentir su frío, se zanjará el invierno.
O el otoño-verano-primavera.
Porque cada película elige una estación.
¿Qué mas da que no sigan ese orden?

Cuando el terrible proyector de cine,
expanda en la pantalla la terrible
palabra -terrorífica- que nos aterroriza:
el FIN, final de la sesión, recojan pertenencias,
evacuén la sala,  re-descubran
la trama de la historia, y averiguen [sin prisas]
si se sienten felices o apenados.
Pero no se reembolsa el precio de la entrada.
Hay conclusión, un nudo y desenlace.
Término, abocadura, desiderátum,
epílogo, caducidad, anti-nacer de nuevo.
Extremaunción de todo lo vivido;
por no nombrar también la despedida.
Es la existencia contra la extinción,
y no está en nuestras manos [en las que solo hay líneas].
Cómo duele extinguirse habiéndose existido.


[Hago un inciso:
borren las caras de preocupación,
¡las cosas son eternas mientras duran!]


Cuando el terrible proyector de cine
solo dibuje la palabra fin,
sabremos que el problema no fue otro
que conocernos todos sus sinónimos.
Y el acomodador apague su linterna,
en las butacas vacías y ya tristes,
se sentará la infancia junto al miedo
(ambos dos, puntos clave de la supervivencia).
Y verán acabarse la película,
sin poder evitar rebobinar
rebobinar la vida y la memoria.
O crear textos fuera de guión.
Así es, y ustedes tienen que saberlo:
el traíler de la existencia humana viene después, aprés le film, no antes.
Cuando sabemos qué es lo que ha pasado y no para saber qué pasará.
Cultiven sus recuerdos, no sus expectativas.
Punto y aparte, porque la vida sigue.
[Y afortunadamente mueren las personas]

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