¡Buon giorno, caballero! Sírvame té para dos.
...Y el muy amable del camarero, que no tenía por qué hacerlo, (pobre hombre) se sentó al piano y se marcó una canción en blanco y negro. Una canción de las auténticas, de las que le ponen música a lo que estés pensando, tú ya me entiendes:
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